domingo, 19 de octubre de 2008

A Tiempo.


Cuenta la leyenda que un hombre oyó decir que la felicidad era un tesoro.
A partir de aquel momento, comenzó a buscarla.
Primero, aventuró por el placer y por todo lo sensual. Luego por el poder y la riqueza. Después, por la fama y la gloria. Y así fue recorriendo el mundo del orgullo, del saber, de los viajes, del trabajo, del ocio y de todo cuanto estaba al alcance de su mano.
En un recodo del camino vio un letrero que decía:
- “Le quedan dos meses de vida”.
Aquel hombre, cansado y desgastado por los sinsabores de la vida se dijo:
- “Estos dos meses los dedicaré a compartir todo lo que tengo de experiencia, de saber y de vida con las personas que me rodean”.
Y aquel buscador infatigable de la felicidad, sólo al final de sus días, encontró que en su interior, en lo que podía compartir, en el tiempo que le dedicaba a los demás, en la renuncia que hacía de sí mismo, por servir, estaba el tesoro que tanto había deseado.
Anónimo.

“¡Cuánto gozamos con lo poco que tenemos y cuánto sufrimos por lo mucho que deseamos!”. Refrán.